El Manchester United se gastó 55 millones a la desesperada en el mercado invernal para traer a Bruno Fernandes (Sporting de Portugal) con la esperanza de remontar el vuelo y hacer que la afición se olvide de Paul Pogba, que se ha tirado gran parte de la temporada lesionado. Y lo cierto es que al United le está viniendo muy bien y prueba de ello es que el club inglés no ha perdido ninguno de los nueve encuentros disputados desde que llegó él (se ha perdido solamente un partido de EFL Cup ante el Manchester City en el que su equipo también ganó).
Mientras tanto, el luso suma tres goles y tres asistencias en ocho encuentros, prueba de que se ha convertido en una pieza importante desde el minuto uno. Ayer, sin ir más lejos, fue uno de los artífices de la victoria en el derbi de la ciudad ante el todopoderoso Manchester City (2-0). Dio una asistencia a Anthony Martial para que abriera la lata, pero no fue con esa acción con la que se ganó al público de Old Trafford.
Y es que en un lance del juego, el centrocampista acudió para recoger un balón que había salido por la banda. Pero Pep Guardiola llegó antes, alzó el balón con las manos y lo envió hacia otro lado. Eso no gustó al jugador, que mantuvo una breve charla con el técnico mientras el juego estaba parado para, instantes más tarde, mandar callar al técnico español llevándose el dedo a la boca.
Muchos aficionados celebran el gesto del portugués, expresando que ya era hora de que llegara un líder como él. Los elogios no han tardado, y en solo ocho partidos con la camiseta de los red devils, ya hay seguidores que dicen que «ya es una leyenda del club».