El nueva camiseta del Celta de Vigo salió ileso del fortín de Vallecas y el punto que rescató de allí vale su peso en oro. No por sus efectos en la clasificación —que también—, sino por los balsámicos. Esos que otorga saberse mejor conquistador en este inicio liguero que Granada, Getafe, Cádiz, Elche o Barça. El Rayo, por su parte, se quedó con una sensación extraña. No perdió, pero el empate no sació. Su tromba de ocasiones no mojó al rival, gracias a un gran Dituro, aunque la Franja puede presumir de continuar invicta en casa y asentarse en puestos europeos.
El Celta se puso el despertador antes que el Rayo. Tapia, que volvía después de una lesión, fue el más madrugador y descorchó el partido con un lanzamiento desde fuera del área que atajó con facilidad Dimitrievski. Desde la lejanía probó también Brais, pero su tiro se marchó demasiado alto. Esto no fue más que un aviso de unos gallegos peleones, que salieron a morder, a través de la presión y sin renunciar al balón. Eso sí, en cuanto los franjirrojos se desperezaron metieron el miedo en el cuerpo a los de Coudet, que se iban desdibujando con el paso de los minutos. Dituro repelió un zurdazo de Falcao y después fue Isi quien se sacó de la chistera un misilazo que escupió el poste.
Ya no quedaba rastro de aquella somnolencia inicial. Si Mina dirigía a las nubes un testarazo, aparecía Fran García para examinar al guardameta celtiña. El marcador no se movía, al contrario de las pulsaciones de la grada. Esas no paraban, como tampoco lo hacían los cánticos de las más de 9.500 almas congregadas en Vallecas. Esa era la gasolina de unos locales muy superiores. Dituro estropeó el gol a Falcao, que cazó el centro de Álvaro y se elevó por encima de Murillo para cabecear el esférico a sus manoplas. El Tigre estaba hambriento y remataba todo lo que le llegaba. Repitió, pero esta vez a la media vuelta.
El Celta se resistía ahogarse en plena marejada rayista. Irrumpió Galhardo, lanzándose en plancha, para empujar un centro de Solari y los felinos reflejos de Dimitrievski evitaron el tanto visitante. A partir de ahí, Isi comenzó su recital. Los puños de Dituro desbarataron su peligroso lanzamiento de falta directa y luego se inventó una acrobacia, para enganchar una asistencia de Fran García, con una volea que lamió el larguero. El 0-0 del descanso resultaba un premio para los gallegos y un castigo para los madrileños.
De hecho, la supremacía vallecana se perpetuó en la segunda mitad. Los celestes inquietaron a Dimitrievski en una falta que impactó en Óscar y se envenenó, concluyendo en un córner —a la postre— intrascendente. A partir de ahí, Dituro otra vez copó los focos: despejó una contra iniciada por Isi y concluida por Fran García y un centro picado de Falcao. Dimitrievski no quiso ser menos y firmó un paradón a una falta de Brais. Los cambios dieron vidilla al Celta e Iraola apostó por ese recurso para espolear a su Rayo, algo más maniatado.
Bebé se vistió de correcaminos y lo intentó de falta, por la banda… Sin embargo, la última gran ocasión corrió a cargo de Aspas, que salió en el 79′ y al que su equipo echó en falta durante muchas fases de la contienda. Más si cabe, tras la lesión de Mina. La falta lanzada por gallego impactó en la cara de Maras y el reparto del botín se tornó en realidad. Punto a punto, el Rayo se acerca a la salvación, sin perder en el horizonte metas más ambiciosas… Y ahora, asoma el Bernabéu.